El Polígono: Manolo, eres una figura muy querida en el Polígono. ¿Cómo te sientes viendo cómo ha evolucionado el barrio desde que llegaste en 1981?
Manolo: Pues personalmente lo que siento es que, aún teniendo el maravilloso Hospital Universitario, nos faltan cosas muy importantes como un recinto ferial, un centro médico... Hemos crecido, pero no a la par que las infraestructuras del barrio, es lo de siempre: los políticos se preocupan por tener buenos sueldos y cobrar buenas dietas, pero no se preocupan del barrio. Ahora han puesto unos jardines en las Malvinas, pero no los han puesto a lo largo del paseo de las Malvinas, es absurdo.
El Polígono: Sabemos que desde pequeño te fascinaban las tecnologías. ¿Qué te inspiró a empezar a desmontar relojes, entre otras cosas, y construir tus propios juguetes?
Manolo: Pues lo cierto es que a mí me inspiró el "Tente", que era un juego que había para montar y desmontar piezas y que se parecía mucho a otro juego que había por entonces, que era el Lego, y eso era lo que había. También recuerdo haber visto un día a un vecino hacer un cochecito con motor y una pila; el coche andaba perfectamente, y eso fue algo que me fascinó e inspiró.
El Polígono: A pesar de los problemas de drogas que hubo en los 80 y 90 en España y en el barrio, tú supiste mantenerte al margen. ¿Qué te ayudó a no caer en esas dinámicas y seguir enfocado en tu pasión?
Manolo: Lo cierto es que yo empecé tarde a fumar tabaco, ya que veía que mi padre fumaba mucho y le daban unas toses que no veas; también bebía y nos maltrataba, y yo no quería ser como él. Pero sí que empecé con lo que estaba de moda para los jóvenes entonces, que eran los porros y beber litros, aunque yo siempre iba por detrás de los demás. Hasta que, después de un tiempo haciéndolo, me di cuenta de que me estaba frenando en mi evolución personal y decidí dejarlo.
El Polígono: Trabajas en Puy De Fou como piloto de drones y en I+D, además de llevar tu propio taller en Cibertoletum. ¿Cómo compaginas todos estos trabajos tan diferentes?
Manolo: En realidad no son tan diferentes, de hecho, es casi lo mismo, porque en mi taller hago también I+D, o "inventar" que es como lo llamo yo. Con un poco de esfuerzo lo compagino con lo demás, aunque, como es lo que me gusta, no me cuesta ningún esfuerzo y disfruto mucho; es mi hobby, es como me encuentro a gusto.
El Polígono: ¿Qué te motivó para abrir tu propio taller de reparaciones en la calle Río Bullaque?
Manolo: Yo siempre lo necesité, ya que tenía todo —las mesas de trabajo, herramientas, ordenadores, etc.— en la misma habitación donde dormía. Además, era más cómodo para trabajar en una mesa grande con espacio para todo lo que necesitaba. Al crecer las reparaciones en Cibertoletum, ya no lo pude posponer más tiempo y lo monté.
El Polígono: Has comentado en varias ocasiones tu preocupación por los chavales del barrio y cómo algunos se ven tentados por la calle y las drogas. ¿Qué crees que les falta para encontrar un camino más positivo?
Manolo: Hacen falta muchas cosas, pero, sobre todo, que los políticos se empleen más en darles salidas a los chavales y que no tengan que irse fuera a buscarse la vida. Los políticos tienen que hacerles atractiva la vida en el barrio, poniendo, por ejemplo, sitios gratuitos y preparados con herramientas y todo lo necesario para desarrollar sus proyectos. En otros países invierten en estas cosas, lo que quiere decir que es perfectamente viable. Si no intervienen más en esto, es porque no quieren, y la consecuencia es que los chavales no tienen nada. Solo haría falta un poco de interés por parte de los políticos.
El Polígono: ¿Qué consejo le darías a los jóvenes que no saben cómo canalizar su energía o su creatividad?
Manolo: Que se informen de lo que les gusta para después poder ponerlo en práctica. Ahora hay muchos medios en los que pueden aprender para desarrollar su talento, como tutoriales en YouTube. Pero, sobre todo, que insistan; si hay algo que te gusta, sigue y sigue, da igual lo que sea. Si practicas mucho y le echas tiempo, llegarás.
El Polígono: ¿Cómo crees que podría el barrio o la comunidad apoyar mejor a estos chavales para que se alejen de las malas influencias y enfoquen sus habilidades en algo constructivo?
Manolo: Bajo mi punto de vista, se han dejado de lado proyectos como el que hubo en el Polígono hace muchos años, la casa de la cultura de la Cruz Roja, en el que nos juntábamos los chavales del barrio y hacíamos actividades como, por ejemplo, rutas y maratones en bicicleta, convivencias y un contacto diario con nuestras inquietudes y creatividad, guiados por los educadores o monitores, que a la vez nos educaban en valores. Si hubiera unas infraestructuras con aulas en las que los chicos pudiesen desarrollar sus talentos y hacer actividades constructivas... Recuerdo con mucho cariño ese local de la Cruz Roja donde nos juntábamos todos los días.
El Polígono: ¿Hay algún proyecto o idea que te gustaría llevar a cabo en el futuro para involucrar más a los jóvenes del Polígono?
Manolo: Me encantaría poder dar charlas a los chavales y contarles mi experiencia de vida desde el trabajo y el esfuerzo. Creo que puedo darles un mensaje positivo para que lo apliquen a sus vidas. Poder aconsejarles que no desistan. Yo trabajaba en la construcción, y con lo duro que es, salía reventado, pero siempre sacaba tiempo de donde fuera para hacer lo que me gustaba de verdad, y al final llegó la recompensa. Puedes desarrollar lo que te gusta de verdad en tu vida, para incluso poder vivir de ello, y eso es lo más bonito que te puede pasar: que hagas lo que te gusta para vivir. También estoy dándole vueltas, junto con un amigo, a elaborar un proyecto que presentaremos a una asociación para poder impartir a los chavales del barrio clases prácticas en el taller, con el fin de ayudarles a adquirir conocimientos prácticos y teóricos en electrónica, informática, etc., así como ocupar su tiempo en cosas constructivas y aportar lo que esté en nuestra mano en sus valores y su correcto desarrollo como adolescentes, ayudándoles a encontrar su auténtica vocación.
El Polígono: El mundo de las tecnologías avanza rápidamente. ¿Qué importancia le das a la formación constante y cómo se lo transmitirías a los chavales?
Manolo: Sí, claro que tiene mucha importancia. La formación es siempre muy importante, ya sea en los centros de estudio o, como hice yo, de manera autodidacta tú solo. Pero lo que es verdad es que este mundo de las tecnologías no para de avanzar día a día, y hay que estar siempre en constante evolución. Pero esto es algo que mola mucho, porque si hoy haces una cosa y mañana la puedes hacer mejor, pues esto siempre te hace sentirte muy satisfecho de tu trabajo, y es algo que solo se puede hacer formándose constantemente y estando al loro de las últimas novedades.
El Polígono: Por último, ¿qué mensaje te gustaría dejar a los chavales del barrio que están buscando un propósito o no saben por dónde empezar?
Manolo: Les diría que se fijen en lo que les llame y les guste mucho, y que no paren de empaparse, que sean imparables, que se empeñen de verdad, y verán que, cuando pase el tiempo, podrán disfrutar de lo que un día empezaron con esfuerzo, dedicación y constancia, que es como se consiguen las cosas. Seguro que les funciona.
El Polígono: Manolo. desde elpoligono.es queremos agradecerte profundamente por compartir con nosotros y con todos los lectores tu historia, tus reflexiones y tu visión para el futuro del barrio y sus jóvenes. Ha sido un verdadero privilegio escuchar tu experiencia y pasión por la tecnología, el aprendizaje continuo y el deseo de mejorar la vida de su comunidad.
Manolo: Gracias a elpoligono.es por darme esta oportunidad de contar mi historia y llegar a más gente. Espero que esto sirva para inspirar, aunque sea un poquito, a los chavales del barrio y a todos los que buscan un camino. Es un honor formar parte de este espacio y del Polígono, que siempre será mi hogar.
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Conclusión: La trayectoria de Manolo es un testimonio del poder del esfuerzo y la dedicación. Su visión sobre la educación, el desarrollo de habilidades prácticas y el trabajo en valores resalta la importancia de que los jóvenes encuentren su camino a través de la constancia y la formación. Su deseo de contribuir activamente en la comunidad del Polígono, ofreciendo su experiencia y conocimientos, es una oportunidad que ojalá fructifique, creando un impacto positivo en la juventud del barrio.