El Nacimiento del Barrio
A principios de los años 70, el Polígono de Toledo era solo un proyecto en papel. Las primeras viviendas fueron construidas para los trabajadores del MATADERO CYDES, y en 1971 comenzaron a ser ocupadas las primeras 240 casas. Estas viviendas, mayoritariamente habitadas por empleados de la empresa " LA STANDARD", dieron forma a lo que se conocería como el Polígono Residencial.
En mayo de 1970, Juan Medina García, el padre de Nany tomó la decisión de trasladar a su familia desde Madrid al Polígono de Toledo, con la intención de empezar de nuevo en un lugar que ofrecía oportunidades y crecimiento. Nany, nacida en Madrid en agosto, llegó al barrio apenas un mes después junto a sus padres. Con su llegada, se convirtió en la primera niña en habitar la zona, un hecho que lleva con orgullo hasta el día de hoy.
Primeros Recuerdos y Vida en el Polígono
Nany recuerda con cariño aquellos años de infancia en las casas construidas para el Matadero. A pesar de las limitaciones y la falta de infraestructuras, estos años estuvieron llenos de aventuras y descubrimientos. Junto a su familia, compartió el vecindario con otras familias, que fueron viendo a la panificadora y jugaba con otras niñas como Gema Díaz Aceña.
Uno de los aspectos más destacados de su niñez fue su educación. Nany estudió en el famoso "Barracón", una instalación educativa provisional que posteriormente fue reemplazada por el CEIP Jaime de Foxá y estudió la secundaria en el IES Alfonso X "El Sabio". Estos lugares no solo fueron centros de aprendizaje, sino también espacios donde se forjaron amistades y se crearon recuerdos duraderos.
Además de la escuela, Nany disfrutaba de las actividades culturales y recreativas del barrio. Asistía al teatro infantil y participaba en las fiestas organizadas para San Isidro, eventos que su padre ayudaba a coordinar. Un momento memorable para Nany y el barrio fue la visita del rey Juan Carlos I durante una de estas celebraciones, un acontecimiento que quedó grabado en la memoria de todos los residentes.
Nany recuerda con cariño que el 15 de mayo se celebraba la fiesta de San Isidro, una tradición que contaba con la activa colaboración de Ricardo Vallés padre y Antonio Mantecón, quienes eran pilares fundamentales de la organización. Hasta los años 90, la costumbre de subir al mirador a disfrutar de las gallinejas, entresijos y las clásicas tortillas se mantenía viva, congregando a entre 100 y 200 personas. Este evento era una cita imprescindible que unía a la comunidad en torno a las costumbres populares y la devoción al santo patrono. (recordemos que muchos de los primeros habitantes del Polígono era de Madrid)
La Vida en el Barrio
La vida en el Polígono de Toledo no estuvo exenta de desafíos. Nany recuerda que en los primeros años no había tiendas ni servicios básicos en el barrio. Para comprar cualquier cosa, las familias tenían que desplazarse hasta Santa Bárbara, lo que implicaba un esfuerzo adicional y una organización comunitaria.
A pesar de las dificultades, el sentido de comunidad y hermandad prevaleció entre los vecinos. Cada familia, independientemente de sus creencias políticas o personales, se unía para superar los obstáculos y celebrar juntos los pequeños logros del día a día.
Un Legado de Orgullo
Hoy en día, Nany ya no reside en el Polígono de Toledo, pero sus recuerdos y experiencias siguen siendo un pilar fundamental de su identidad. Ser la primera niña del Polígono es un título que lleva con orgullo, recordando con cariño los años de su niñez y la comunidad que ayudó a formar.
La historia de Nany es más que un relato personal; es una parte integral de la historia del Polígono de Toledo. Representa el espíritu pionero de las primeras familias que se establecieron allí, la lucha compartida por construir un hogar y el orgullo de pertenecer a una comunidad que, a pesar de las adversidades, siempre encontró motivos para celebrar y estar unida.
El Polígono de Toledo ha crecido y cambiado mucho desde aquellos primeros días, pero la memoria de sus inicios y de la primera niña que jugó en sus calles sigue viva, recordándonos la importancia de nuestras raíces y la fuerza de la comunidad.