Juan González de la Cruz: Poesía, Flamenco y Pasión Eterna
Juan González de la Cruz, poeta aficionado y flamenco de corazón, ha creado una obra literaria prolífica que refleja su pasión por la vida y la cultura. Con dos libros de poesía y varias obras en camino, su arte trasciende géneros, fusionando la poesía, el teatro y la música. A lo largo de su trayectoria, ha sido un incansable defensor de la tradición flamenca y un creador comprometido con su comunidad.
Un poeta aficionado con una obra prolífica
Juan González De La Cruz se define a sí mismo como un "rebelde de toda la vida" y un "poeta aficionado". Sin embargo, en lo referente a que es un poeta aficionado, su trayectoria lo desmiente: cuenta ya con dos libros de poesía publicados y está a punto de ver publicadas dos obras de teatro. Juan, vecino del barrio del Polígono desde hace más de cuarenta años, nació en Pulgar, un pueblo de los Montes de Toledo. Allí creció y se nutrió de vivencias que han quedado reflejadas en su obra literaria.
Sensibilidad y pasión por el flamenco
Más allá de su faceta literaria, Juan destaca por su grandísima sensibilidad, la cual también canaliza a través de la música. Es un gran guitarrista flamenco y, además, ha sido el maestro de su hijo Juan Ignacio González Aranda, conocido como la guitarra flamenca del Polígono.
"Entre Chozas y Palacios": su próximo libro de teatro
Juan está ultimando su libro "Entre Chozas y Palacios", que contiene dos obras de teatro: "La Marquesa y el Pastor" y "Y Salieron Trasquilados". En un acto de generosidad, ha decidido que los derechos de autor de esta obra sean destinados a la asociación ASPACE del Polígono de Toledo.
Su poesía: del corazón al pueblo
Su primer libro de poesía, "De mi Corazón al Pueblo", es una obra en la que priman la inspiración y la espontaneidad. Para Juan, fue un proceso de aprendizaje, ya que, al no haber tenido la oportunidad de ir al colegio, este libro carece de estructuras clásicas como décimas y sonetos.
Su segundo libro, "Con Semillas Sulfatadas", encierra una potente metáfora en su título: así como las semillas sulfatadas resisten las adversidades, los poemas de este libro hablan de los desafíos de la vida y la fortaleza necesaria para superarlos.
La búsqueda de la perfección en la técnica
Tras estos dos libros, Juan quiso perfeccionar su estilo y se lanzó a escribir "El Placer del Sufrimiento", un libro que contiene entre 110 y 115 sonetos técnicamente impecables. Según él, es el que más esfuerzo le ha costado y está a la espera de publicación.
Otros proyectos literarios
Juan también ha explorado otros géneros y estilos:
- Dos "églogas", siguiendo las técnicas de Garcilaso de la Vega.
- "Cuentos y Poemas para Niños y para No Tan Niños", un libro que acerca la literatura a distintas edades.
- "Recuerdo de un Niño Viejo", una obra poética prácticamente terminada.
- "El Derecho de Pernadas" y "Erotismo sin Complejos", dos trabajos también concluidos.
- Un libro de cocina con un relato ambientado en los escenarios de su infancia y adolescencia. En él, un personaje sueña con ser cocinero en lugar de sacerdote, como su padre deseaba.
Un sueño verosímil: su visión del toreo
Amante y entendido del mundo taurino, Juan tiene claro que el futuro de "La Fiesta" pasa por las corridas sin muerte, como ocurre en algunas plazas de Francia y Portugal. Ha plasmado su visión en "Un Sueño Verosímil", un estudio en el que relata el ciclo vital del toro desde su nacimiento hasta la plaza, con una perspectiva que defiende las corridas sin sangre.
Su amor por el flamenco y la literatura
Juan González de la Cruz no solo ha sido un apasionado de la lectura y la escritura, sino que también ha dedicado gran parte de su vida al flamenco. Su amor por este arte le llevó a fundar, junto con otros pioneros, la "Peña El Quejío", un espacio de encuentro para amantes del flamenco donde se ha cultivado la pasión por el cante, el toque y el baile. A lo largo de más de 40 años en la Peña, Juan ha absorbido conocimientos que ha plasmado en un libro, recopilando experiencias, anécdotas y aprendizajes que reflejan la esencia de este arte.
La guitarra también ha sido una compañera inseparable en su vida. Juan recuerda con especial cariño el momento en que enseñó a su hijo Juan Ignacio a tocar, transmitiéndole la primera nota: un Re mayor. No solo le enseñó música, sino que también le inculcó el amor por la literatura y el teatro, valores que han sido fundamentales en su vida y en la educación de su familia.
El musical flamenco: su nuevo proyecto
A sus casi 80 años, Juan sigue con proyectos en marcha. Uno de los más importantes en los que está trabajando actualmente es un musical flamenco. Este ambicioso proyecto se encuentra en fase de elaboración, y Juan está volcando en él toda su experiencia y conocimiento del género. Su intención es que esta obra refleje la esencia del flamenco, no solo desde un punto de vista musical, sino también desde la narrativa y la puesta en escena. Con ello, espera seguir aportando a la cultura y dejar un legado artístico para las generaciones futuras.
La gratitud de Juan
Si hay algo que Juan González de la Cruz valora enormemente, es el apoyo incondicional de su familia. En especial, agradeció a su mujer por su paciencia y por ese rincón de lectura en su habitación, que es un refugio donde se sumerge en los libros y en la escritura. También siente gratitud hacia todas las personas que han estado a su lado en su trayectoria, tanto en el ámbito literario como en el flamenco.
Conclusión
La historia de Juan es un testimonio de superación, amor por la cultura y pasión por la vida. A pesar de las dificultades y de haber tenido que romper sus primeros escritos, nunca perdió el deseo de expresarse a través de la palabra. Su sensibilidad y amabilidad son cualidades que lo definen, y su legado quedará no solo en sus escritos, sino también en las personas a las que ha tocado con su arte y humanidad. A sus casi 80 años, sigue demostrando que la creatividad y el amor por la cultura no tienen edad, y que siempre hay tiempo para seguir soñando y creando.
MI AGUA ES TU AGUA
Sumida en un silencio que hiere más que el ruido,
adormilada a veces, la mirada perdida
otras, sin saber cómo ganarle la partida
a la áspera sequía, secarral sinsentido.
Al beber en mi fuente tu sed habrás vencido,
mandando muy poca agua quizá sea una avenida
para hidratar tu esencia, que aún llena está de vida
y ansiosa necesita revivir lo vivido.
Presto abriré las tornas de mi humilde reguera
para que tus raíces, aún fuertes, se oxigenen
y renazcan, con brío, de tu tronco las ramas
y tallos, que aguas limpias correrán hacia tu era,
las aguas que en mi alberca, muy puras, se detienen
escuchando lamentos, cuando gritos a llamas.
Poema dedicado a su mujer Charo